Cronica del Partido

Posted by Ricardo On lunes, 20 de abril de 2009 0 comentarios

La vida es eterna en cinco minutos… cantaba Víctor Jara, en esa canción Te recuerdo Amanda. Con ella nos contaba la historia de un amor obrero que en cinco minutos vivían apasionadamente el pequeño lapso de tiempo que podían estar juntos, entre las horas de trabajo. Porque todo puede suceder entre un segundo y noventa minutos. Y así como en la vida, igual es en el fútbol, como pasó ayer.

Porque Alianza nos regaló durante casi todo el juego un pasaporte a la puteada, un boleto a la desesperación, un trago amargo del desorden y la falta de fuerza en los metros finales. Pero, siempre hay un pero para quedarse hasta el final.

A los once minutos, los rimenses salieron de una posible caída, para ir de frente hacia el gol. Todo en un minuto. ¿Cómo así? Montaño hace un pase de taco con huacha y deja solo a Fernández que no llega a conectar bien para vencer al portero celeste que le bloquea el tiro. El despeje desde el área hace que Hurtado aproveche su velocidad, se saque a Contreras, y envié un tiro arrastrado hacia atrás para Sheput, que remata y gol. Forsyth no pudo contener un balón que de por sí no traía la contundencia de gol. Se le escapó y algarabía para ellos. En un minuto salimos de la emoción de casi un golazo para Alianza, a la desazón de ver el contragolpe de ellos, terminar en la sonrisa que nosotros habíamos aguantado, un minuto antes. Todo en un minuto.

Si algo hay que rescatar es que Alianza no dejó de ir al frente, más por amor propio que por ideas. Montaño en determinados momentos se enredaba con la bola, y retardaba ataques que debían tener la explosión de la sorpresa. Más aún cuando los demás jugaban al error, y cada pase que podía profundizar un avance, terminaba en lo pies de un celeste.

Para el segundo tiempo son los del Rímac los que proponen juego y llegan más veces al arco de Forsyth. En dos oportunidades responde bien. Sobre todo en ese mano a mano con Hurtado que de tobillo le despeja un tiro que pudo ser el de la sentencia.

Y Alianza, seguía en esa incertidumbre del juego lateralizado, en dar pases que no llegaban, en los tropezones de Gonzáles Vigil, en llegar hasta el área y no saber si patear al arco o darla al compañero mejor posicionado. Y más que en las tribunas, algunos desesperanzados comenzaban a irse del estadio. Pero no de esa popular que lleva el canto hasta que suena el pitazo final…vamos, grone, vamos, pongan huevos que ganamos… parecía ser un cántico de burla para los sesudos del fútbol, que ya veían firmado un triunfo con la rubrica de Oblitas. Pero no fue así para el hincha que ama y que odia, pero que nunca se va. Porque siempre hay un pero para quedarse hasta el final.

Costas había apostado en hacer ingresar a Quinteros por Montaño; y al zorrito Aguirre por Velásquez. Y fue entonces que la dupla de la volteada del año pasado, en el Monumental, escribiría una nueva canción que daría la razón a Víctor Jara: La vida es eterna en cinco minutos.

Wilmer Aguirre, entra en diagonal ve el espacio y contra lo que todos creían, contra todo lo visto en el partido, lanza un tiro sorpresivo que vence a Heredia. Un golazo que nos hizo recordar lo sucedido el miércoles en el Callao. Como dijimos nos faltaron cinco minutos para poder ganarlo. Y en este partido era todavía el minuto treinta y ocho del segundo tiempo. ¿Algunos pensaron por un momento en la volteada del Monumental? Yo sí. Por eso cuando veo que Gonzáles Vigil porfía a lo que venga esa pierna que desvía el balón, para que vaya lento y seguro hacia el arco, me uno a esos miles de esperanzados corazones que nunca abandonan, que dejan la garganta hasta el pitazo final, en un grito de gol que se escuchó en todos lados.

Era el minuto cuarenta y quedaban muchos más. Los que tenían que jugarse, ahora, desde las tribunas, porque en la cancha estaban dejando todo. Y en cinco minutos la vida es eterna, porque salimos de estar muertos para volver a vivir, con la intensidad de cada segundo respirado, cantado, celebrado. Porque así como se pide que se debe sudar la camiseta hasta las ultimas, el hincha que no se va siente que no son sólo noventa minutos, sino toda una vida.

Y eso no lo pueden entender los del frente, porque sino el Chorri, no estaría lanzando la salvajada de decir que tenía ajustando a todo un estadio. Como si fuera un mérito o algo que los apasionados por el fútbol no conociéramos. Sí, tiene razón, en el fútbol, también se ajusta, pero se ajusta hasta el final, con los dientes apretados para poder dar vuelta a resultados como el que les toco perder ayer. Pero qué va a saber él de eso, si defiende una camiseta que es más fría que la cerveza que le da su nombre.

¡ARRIBA ALIANZA TODA LA VIDA!

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Textos: Martín Roldán Ruiz



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